La fuente de las palabras se ha secado.
Estéril soy para cantar,
Solo queda enmudecer;
Callar ensombrecido y llorar.
Escuchar tu rumor al respirar, al volar,
Y volver a llorar,
Sin vergüenza, sin dolor; de ausencia
De ti.
¿Para que la luz? No sirven mis ojos
Callan mis ojos sin poderte acariciar
Ni besar tu piel, tu risa, tu desprecio
Con esta mirada ciega y muda.
Busco en un cajón, abandonado ya,
Palabras viejas, usadas, rotas algunas,
Nuevas y empolvadas otras;
Mas ninguna te acomoda, te merece.
Me he quedado sin palabras para amarte.
El silencio me chilla que te llame,
Y tú haces callar mis manos para alcanzarte.
Mis manos callan y se esconden,
Lloran sudores de angustia por tu cuerpo.
Si te respiro, tu olor a belleza y luz
Me asfixia de alegría, la que no merezco
La que deseo
La que sueño y mudo en pesadilla cruel.
Cuando la vida se extinga de silencio
El silencio sea mi discurso mudo
Y tú, mi único amor; el verso perfecto,
Las palabras bailarán en mi memoria
Y compondrán para ti, el poema.
Ese poema de amor que en mi silencio
Nunca te podré cantar,
El que tú escucharás, te emocionará
Y del que no sabrás que es mi alma
Un alma ardiente, que helada ya
Grita desde su silencio: Amor.